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viernes, 8 de noviembre de 2013

Significado y lecciones de la parabola del administrador sagaz
El administrador, la figura central de esta parábola, perdió su trabajo. Reacciono con un plan de rebajar las deudas de algunos de los clientes de su amo para ganar el favor de ellos. La parábola nos da a entender que estos pequeños favores financieros resultaron de beneficio para este hombre que ahora estaba preocupado por asegurar su comodidad, y nos imaginamos que la de su familia, ya que no tenia un ingreso fijo. Seguramente, estos nuevos amigos lo ayudarían a él en su momento de necesidad. ¿Hizo bien este hombre? Jesús dice en el verso 8 que el amo elogió la astucia de aquel administrador pero también lo llamó corrupto.
La intención de Jesús con esta parábola no fue animar el engaño y la traición. Más bien, él quiso ilustrar la importancia de usar los recursos que tenemos disponibles para el bien de los demás, hasta para evangelizar, y para asegurar nuestros tesoros en el cielo. Si un corrupto sabe administrar bien sus recursos, imagínate lo que puede hacer una persona justa, con un corazón dispuesto a servir a Dios. A veces pensamos que no tenemos lo suficiente para dar o para servir. Usa la creatividad, abre tu mente, y toma tiempo para considerar como puedes ganar nuevas amistades para el reino de los cielos.
Después de esta parábola Jesús hizo una advertencia contra el amor al dinero. En varias ocasiones Jesús usó el dinero como símbolo de la vanidad y el pecado. Como todos lo necesitamos para el diario vivir, el dinero ocupa un gran lugar en nuestros corazones y en nuestras mentes. Algunos llegan al punto de dejarse manipular por las ambiciones asociadas con el dinero, como lo es el poder y la popularidad. Para el corrupto, el dinero es un dios. Así que, Jesús dice en el verso 13: "Ningún criado puede servir a dos amos al mismo tiempo, porque aborrecerá al uno y apreciará al otro, o será fiel al uno y del otro no hará caso. No pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero."
Oremos que nuestro corazón este siempre en las cosas de Dios. De otra manera no tendremos esperanza para sobrevivir las tentaciones de este mundo.

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