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viernes, 24 de enero de 2014

San Francisco de Sales fue un santo y obispo de Ginebra. Tiene el título de Doctor de la Iglesia, es titular y patrono de la Familia Salesiana y también patrono de los escritores y periodistas.
Nació en el Castillo de Sales, de familia noble; desde pequeño fue un gran seguidor de san Francisco de Asís; sus padres fueron Francisco de Sales de Boisy y Francisca de Sionnaz. A los 13 años viajó a París para estudiar con los jesuitas. Después estudió Derecho y Teología, primero en la Universidad de París y después en la de Padua. Deseaba ser sacerdote, pero se lo ocultó a su padre; sólo su madre y amigos íntimos lo sabían. Al terminar de estudiar, un acontecimiento ayudó a su ordenación: el canónigo de Sales, Luis de Sales, ayudado por el obispo de Ginebra, Claudio de Granier, hablaron con el Papa, quien lo nombró deán del capítulo de Ginebra. El nombramiento llegó de sorpresa para su padre, quien aceptó la ordenación, acaecida en 1593. A partir de ese momento, ejerció el sacerdocio con bastante trabajo y dedicación. Tomó como ejemplos de vida a san Francisco de Asís y a san Felipe Neri con lo que desarrolla una personalidad alegre, paciente y optimista. Sus inicios como sacerdote los ejerció entre los pobres. Debido a su carácter amable y paciente y a una propaganda hecha a mano y distribuida casa por casa, profunda en su contenido, refutando las ideas calvinistas, logró cautivar a los pobladores del Chablais dominada por calvinistas y convertirlos. Francisco de Sales resumió su labor a Juana de Chantal con esta frase: Yo he repetido con frecuencia que la mejor manera de predicar a los herejes es el amor, aun sin decir una sola palabra de refutación contra sus doctrinas. En 1602 el obispo Granier murió y Francisco tomó su lugar. Su estilo de vida y carácter cobraron mayor fama ya que se reveló como un gran organizador de su diócesis, llevando una vida austera y con suma preocupación por los pobres y por la formación de sus feligreses. Por ello empezó a escribir libros de manera sencilla que gustaron a todos. Después de una temporada atendiendo a las comunidades religiosas de su diócesis, fatigado por su gran labor apostólica, murió a los 56 años.

En 1665 fue canonizado por el papa Alejandro VII, fijando la Iglesia Católica su fiesta litúrgica el 24 de enero. En 1877 recibió el título de Doctor de la Iglesia por la eminencia de sus obras y por su vida ejemplar.



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