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viernes, 6 de junio de 2014

          SANTA TERESA DE JESUS 
Santa Teresa de Avila, más conocida por el nombre de Santa Teresa de Jesús, nació en 1515. Desde pequeña le gustaba leer la vida de santos y mártires y anhelaba su corazón sufrir el martirio para acercarse a Dios. De 13 años murió su madre y se apegó entonces a la Madre Divina, dándole después vida dentro de ella. Al respecto escribe: “Fui a una imagen de nuestra Señora y le supliqué fuese mi madre con muchas lágrimas. Y parece que aunque se hizo con simpleza, que me ha valido, porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella, y en fin me ha tornado a sí”. Tenía Teresa de Jesús visiones terroríficas del infierno que le fortalecían el deseo de ser toda y únicamente de Dios.
Teresa de Jesús tuvo visiones como las que guiaban a Juana de Arco y apariciones como las de Bernardette. En su camino interior eran ellas impulsadas a sacrificarse por la humanidad para poder convertir su naturaleza en divina. Aunque diferentes frutos para cada una de las tres mujeres, el fin era el luchar por una causa noble. El fruto para Juana de Arco, fue la liberación de su Patria; para Santa Bernardette, la peregrinación de Lourdes y para Teresa de Jesús, la reforma del Carmelo y el establecimiento de establecimientos religiosos con verdaderos fundamentos místicos.


Santa Teresa luchó por recobrar el verdadero misticismo y sencillez de la orden del Carmelo. En esto fue ayudada por el también místico San Juan de la Cruz, 20 años menor que ella. Ellos hicieron la reforma de los carmelitas descalzos, que consistía en convertir a los carmelitas en ascéticos, en más espirituales, más sencillos y en estar de acuerdo en tener contacto físico y con el mundo. Para los antiguos carmelitas el contacto con el mundo, así como con el cuerpo físico, eran pecaminosos.
Tanto Santa Teresa de Jesús como San Juan de la Cruz destacaron en el ámbito de la poesía mística. En un concurso de poesía, duelo en vivo de improvisar versos, Juan venció a Teresa con el famosísimo verso de “vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero”. Ella después hizo un poema inspirada en ese estribillo.
Santa Teresa escribió un libro grandioso de índole místico titulado “El Castillo Interior o Las Moradas”. En este libro Santa Teresa nos hace ver lo que ella llama el sufrimiento deseable. Dice Teresa: “Es tan grande el sufrimiento que me hace quejarme, pero no quiero que desaparezca. No es un dolor físico sino espiritual...Esto parece un fuego que está humeando...hace crecer la pena en tanto grado...”
Santa Teresa decía que el fuego le atravesaba el corazón como una saeta y cuando murió físicamente, con gran sorpresa se vio que realmente tenía un hoyo en su corazón.
Santa Teresa se pasó toda su vida luchando contra la Inquisición y la censura, dadas sus profundas raíces en el mundo del más puro esoterismo Crístico. A pesar de que fue realmente aplastada por inmisericordes ataques, logró realizar 16 establecimientos religiosos para mujeres y 14 para hombres.
Esotéricamente se sabe que Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz fueron esposos y nos dice el Maestro Samael Aun Weor que cuando practicaban Alquimia salía luz por debajo de la puerta del recinto donde estaban. Se cuenta que una vez mientras Santa Teresa y San Juan hablaban a la gente del Espíritu Santo, sintieron tal gozo que se les vio levitar.
Santa Teresa conoció a fondo la Magia Sexual y su implicación espiritual en la naturaleza humana. Extraordinariamente carismático, su corazón fue grande y lleno de amor por la humanidad. Como escritora fue posiblemente la más exaltada y exquisita jamás habida en el terreno de la poesía mística cristiana. Teresa de Jesús coincidió con el siglo de oro español de la literatura y se dice que puso las bases del castellano cuando entonces era todavía una lengua culta.
Teresa de Avila murió en 1582, y en 1970, es la primer mujer de la historia nombrada Doctora de la Iglesia. Es entonces cuando es llamada como Santa Teresa de Jesús. Esta gran mujer es sin duda, no sólo una Iniciada, sino una verdadera Maestra.


                  

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